lunes, 17 de marzo de 2008

Revuelto de salmón y wakame



Un revuelto es solución rápida. Este, que combina el sabor del salmón con las algas, es particularmente delicado. Una copa de rosado de Navarra lo puede acompañar dándole alegría: mañana es sábado…
Mientras cocinaba fui haciendo un aperitivo de jamón.
La receta
3 huevos, preferiblemente caseros, ligeramente batidos
½ lata (50gr) de alga wakame
150 gr de salmón ahumado (una loncha mediana) no demasiado troceado
½ calabacín sin pepitas y cortado en cubos diminutos
¼ de cebolla muy picada
1 diente de ajo picadísimo
Aceite de oliva
Eneldo fresco picado
Sal y pimienta recién molida
Ponemos la cebolla a dorar cuidando que no tome color.
Añadimos el ajo para que también dore.
Para que se haga la cebolla, primero le ponemos fuego vivo y perderá el agua; bajamos el fuego a continuación y, si intenta pardear, vamos añadiéndole pequeñas cantidades de agua.
Ponemos en la sartén el calabacín y le echamos un poco de sal para ayudarlo a desaguar. En unos momentos ablandará y el sofrito básico está hecho.
Acrecentamos el alga troceada y dejamos que se cueza un poco revolviendo suavemente.
Las algas están en mi “fondo de despensa”. Un día hablaremos del “fondo de despensa” necesario en casa de un soltero, bueno, o casado...
Las algas se pueden comprarse secas o enlatadas. Las primeras hay que hidratarlas previamente durante unos 20 minutos. Las segundas, es sólo abrir la lata, pero resultan más caras.

A continuación ponemos el salmón y dejamos cocer muy brevemente. Se trata de que no se acartone. Vertemos el huevo en la sartén y la retiramos.
Ahora hay que tener cuidado. Queremos un revuelto cremoso, no una masa grumosa y seca, como una tortilla francesa troceada. Tenemos que ir revolviendo el conjunto con una espátula dándole el calor justo y retirando la sartén del fuego cuando veamos que el huevo cuaja demasiado deprisa.
Al ver que va tomando la textura que buscamos, salpimentamos y retiramos la sartén del fuego. Se acabarán de cocer al calor del recipiente: estarán cremosos y no secos.
Cuestión de suavidad y revolverlos convenientemente para que cuajen despacio.
Emplatamos y los espolvoreamos con eneldo picado. 

No siempre es fácil tener hierbas aromáticas frescas en casa. Las secas pierden mucho aroma. Una manera de disfrutarlas es picarlas frescas, meterlas en botes de vidrio de tapa hermética y congelarlas: eneldo, perejil, cebollino y cilantro aguantan bastante bien.

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